El sábado, 18 de marzo, la XXII edición del CAE visita convocó a 60 personas a recorrer el Templo de la Patria, ubicado en la Cima de la Libertad, lugar que corresponde a la memoria de la Batalla de Pichincha, de la mano de su autor, el Arq. Milton Barragán Dumet.
Para entender la ubicación de un edificio tan importante en la ciudad es necesario comprender la historia que alberga: el 24 de mayo de 1822, las fuerzas revolucionarias, comandadas por el Mariscal Antonio José de Sucre sorprendieron a las tropas realistas españolas y ganaron la batalla que condujo a la liberación de la Real Audiencia de Quito; transcurre un siglo, y entre 1920 y 1922, el gobierno decide poner un Obelisco en las laderas del Pichincha para conmemorar este acontecimiento histórico. Entre 1970 y 1972 un grupo de autoridades determinan que era necesaria una intervención fuerte y simbólica, a través de la incorporación de un edificio icónico, que incorporase la majestuosidad del volcán Pichincha como monte tutelar, testigo de la historia de los quiteños y del Ecuador.
En 1972, el Ministerio de Defensa del Ecuador convoca a un concurso de proyectos para el diseño y construcción del “Templo de la Patria” en el que el Arq. Milton Barragán participa y resulta ganador.
En la década de 1920, se realizaron cortes horizontales a la montaña para ubicar el Obelisco conmemorativo, esta condición fue aprovechada por el arquitecto Barragán para emplazar en esas mismas terrazas al proyecto, sin afectar más a la pendiente natural y logrando incorporarlo al paisaje. Los tres elementos principales que lo componen: el templo-museo, la terraza jardín y el gran atalaya, lo convierten en un referente visual para toda la ciudad y, a la vez, en un espacio que invita al recogimiento, la meditación y la contemplación de la grandiosa vista de Quito. La magnífica estructura responde al estilo brutalista, en el que el arquitecto aprovecha la riqueza de los materiales y la estructura, para exhibirlos en su estado natural.
El templo-museo está conformado por tres salas, dos circulares y una ovalada, conectadas entre ellas por pasajes que le dan continuidad al recorrido. La intervención en el interior se concibió muy sobria, la capilla del héroe desconocido está rodeada de pequeños rectángulos pulidos del hormigón crudo en las paredes, que representan los miles de patriotas que perecieron en las guerras de defensa y una llama que debía estar encendida permanentemente. Las paredes, originalmente limpias de todas las salas, se han llenado de murales que evocan a los héroes de diferentes épocas y los museos se llenaron de retratos, armas y elementos representativos de la Batalla de Pichincha.
La terraza-jardín, proyectada como un gran mirador de toda la ciudad es también la base del mural, cuyo diseño original se aprecia en los magníficos dibujos del proyecto y representaba las tres épocas principales de la historia ecuatoriana: la pre-colombina, la colonial y la época moderna, a través de 3 soles de diferentes materiales. Lamentablemente, este mural no fue construido como lo planteó el arquitecto originalmente. El diseño paisajístico planteado con una lógica acorde al proyecto en su totalidad y realizado en base a especies nativas y apropiadas, tampoco se observa en la actualidad.
El concepto del Arq. Barragán fue plantear el proyecto como un Templo, como un lugar de recogimiento y de reflexión, en el que las distintas concepciones espaciales de las salas generen diferentes estados, relaciones y sensaciones; estos espacios, junto a un correcto proyecto museográfico debían invitar a la reflexión la sobre la historia y rendir un homenaje a los héroes de las gestas libertarias.
Este valioso conjunto arquitectónico se ha visto afectado por pequeñas construcciones e intervenciones posteriores al proyecto original y la inclusión de variados elementos que no responden a un proyecto museográfico acorde.
Frente al estado actual de la construcción, el Arq. Barragán aconseja rehacer el diseño paisajístico original, y eliminar los cerramientos laterales que delimitan el proyecto, cuando la idea original era permitir la continuidad del área verde con la montaña donde se emplazaba. Las memorias del autor reflejan cierto resentimiento en contra de los dueños del proyecto, quienes, con el pasar del tiempo, han ido modificando algunas características que hacen único al Templo de la Patria.
La visita culminó con un gran aplauso al autor en el auditorio que fue pensado para actos cívicos, ubicado en la parte posterior de la terraza donde un entramado de madera define espacialmente el escenario.
El CAE-VISITA busca dar a conocer y poner en valor la arquitectura y el urbanismo representativo y de calidad de la ciudad y del país, mediante el conocimiento específico de obras que sean un ejemplo de coherencia entre el pensamiento e ideas del autor y su obra realizada. El CAE-VISITA agradece profundamente al Arq. Milton Barragán, por su generosidad y voluntad al acompañarnos, y a todos los asistentes que visitaron y mostraron interés por esta icónica obra de Quito.