Autor: Arquitecto Pablo Moreira Viteri.
La arquitectura moderna tiene sus inicios en los países de occidente, en los albores de la Revolución Industrial, cuando las condiciones sociales estaban en permanente cambio y se ventilaban aires vanguardistas. Estamos hablando de inicios del siglo XX, pero, evidentemente, no es, sino hasta mediados del mismo siglo que en los países latinoamericanos, y particularmente en aquellos orientados hacia el pacífico sur, comenzó a introducirse esta tendencia, que, sin duda, marcó una importante etapa en el desarrollo tecnológico, volumétrico, funcional, espacial y por tanto, también en la forma de ocupación y en la calidad de vida de los usuarios.
Quito también recibió esta influencia, durante las décadas de 1930 a 1950 resultó evidente la presencia de arquitectos, ingenieros y artistas europeos y latinoamericanos de gran valor, y en las décadas posteriores, la de profesionales nacionales, que aportaron de manera clara, apropiada y propositiva con una arquitectura significativa y de mucha calidad al desarrollo de la ciudad, y consolidaron el inventario de la arquitectura moderna en Quito. En este período se produjeron obras significativas cuyo reconocimiento histórico es vital en la construcción del imaginario moderno de la ciudad.
La situación geográfica de Quito, su morfología montañosa, el clima y la gente que la habita han sido, en la mayoría de los casos, un referente importante para el desarrollo de la arquitectura en sus principales estadios. Resultan muy evidentes, cuando se recorren las obras del período moderno en la ciudad, los autores que dieron mucha importancia a estos aspectos singulares, lo que, posteriormente, los convertió en referentes para las generaciones de arquitectos que les sucedieron. Por otro lado, la carencia tecnológica y, muchas veces, el desconocimiento de la realidad socio cultural de nuestra región, también derivó en ocasiones en ejercicios arquitectónicos con una impronta occidental descontextualizada, “edificaciones epidérmicamente modernas” (W. Curtis), con poca identidad, pero que también marcaron un sendero fundamental para el pensamiento, el desarrollo de la tecnología, la crítica y la búsqueda de los valores propios a través de la arquitectura y el arte. Karl Kohn por ejemplo, incorporó en sus obras piezas del escultor Jaime Andrade M. revalorizando al pueblo indígena y la naturaleza.
Con este contexto, se abrieron nuevas visiones, y nuevos arquitectos nacionales y colectivos vanguardistas iniciaron un proceso en búsqueda de nuevas experiencias con el material, la forma y el espacio, más arraigadas al contexto, sin duda, este proceso debe ser entendido y valorado como un hecho cultural importante dentro de la historia de la arquitectura del Ecuador. Debe entenderse que la arquitectura moderna y sus derivaciones pertenecen también al patrimonio, y por tanto deberán ser conservadas como tal.
A pesar de todo este proceso evolutivo, tan valioso para la arquitectura de Quito, vemos que importa muy poco a las autoridades nacionales y locales que nos han gobernado. Basta recordar que, hace no más de tres años, cuando para el país los recursos no eran un problema, por capricho de un asesor presidencial se impulsó una iniciativa de derrocamiento de una serie de edificios “feos”, para crear plazas en pleno Centro Histórico de Quito, sin considerar alternativas de reciclaje. Fueron derrocados dos edificios, aun cuando, el Colegio de Arquitectos se opuso con argumentos contundentes en un Foro Ciudadano; uno de ellos fue el edificio de la Dirección de Salud, claro ejemplo de una propuesta arquitectónica vanguardista en su momento, donde la estructura permitía una planta libre, y entre otros valores destacaban los detalles de carpintería, con ventanas que mostraban una nueva manera de comprender la arquitectura. Ese referente cultural de todos los quiteños, cuyo autor fue el arquitecto y artista plástico Oswaldo Muñoz Mariño, ya se perdió.
Otro ejemplo: la primera etapa del Colegio la Condamine, autoría de los arquitectos Diego Banderas, Rubén Moreira y Juan Espinosa , edificación que, a pesar de haber sido premio ornato (otorgado por el Municipio de Quito), y primer premio de la Bienal de Arquitectura de Quito, la más importante de América Latina, fue derrocada con la venia de las autoridades municipales. Casos similares ha sucedido con importantes obras de los arquitectos Gilberto Gatto Sobral y Otto Glass, ya desaparecidas a causa de la presión de la especulación inmobiliaria, igualmente con la autorización del municipio capitalino.
Y así, el patrimonio arquitectónico moderno está desapareciendo, los anteriores solo son unos ejemplos, pero todos los días vemos como se pierden o alteran edificaciones, ante la indiferencia de las autoridades competentes, sin ningún criterio ni respeto, aun cuando existen protocolos de rehabilitación y reciclaje de arquitectura Moderna. Con esto quiero evidenciar la vulnerabilidad a la que están expuestos estos bienes y la urgente necesidad de que exista una política pública de catalogación, protección y visibilización de las obras arquitectónicas del período moderno.
Como Presidente del Colegio de Arquitectos provincial de Pichincha, con el respaldo de mi directorio y de los ciudadanos conscientes de la problemática antes descrita, quiero expresar nuestra profunda preocupación por la indiferencia ante la destrucción de estos ejemplos representativos de la arquitectura moderna de Quito, y particularmente por el actual caso de la Casa Brauer-Cornejo, misma que actualmente está siendo destruida y desvirtuada con intervenciones falsas y de dudosa calidad.
El Colegio de Arquitectos del Ecuador, Provincial Pichincha, en alianza con el Proyecto DOCOMOMO, Ecuador, manifiestan su total disposición a colaborar tanto en la catalogación y documentación de la arquitectura moderna de la ciudad y el país, como en el desarrollo de instrumentos normativos que garanticen su protección, sin abandonar el necesario activismo en favor de la conservación de obras que constituyen nuestra memoria reciente.
Arq. Pablo Moreira Viteri
Quito D.M., 09 de junio de 2017
Muy buena iniciativa, ojalá que de actuarse respecto al patrimonio moderno, se tome en cuenta las nuevas consideraciones de apertura, colaboratividad y socialización del patrimonio, que por cierto, no solo el arquitectónico está en riesgo y en necesidad de actuación, otro por ejemplo es el patrimonio vegetal.
Imprescindible continuar con esta iniciativa de puesta en valor del patrimonio moderno de nuestra ciudad y del país. Solo una aclaración que creo es indispensable. El artículo se refiere a los dos derrocamientos que ocurrieron en centro histórico para crear espacio público en el Centro Histórico de Quito. El primer caso fue, cómo se explica, el lamentable derrocamiento de la Dirección de Salud, que además de constituir una pérdida irreparable de un edificio representativo de su época fue una alteración injustificada de la morfología de la manzana en la esquina de la calle Mejía y García Moreno. El segundo caso, que no se explica en el artículo, fue el derrocamiento del edificio conocido como Ex Registro Civil, un edificio especulativo destinado al alquiler y sin ningún valor arquitectónico construido por los padres agustinos en 1964. Dicho edificio estaba sentenciado a ser derrocado desde el Plan del Centro Histórico de la adminsitracion de Paco Moncayo. Como autor, junto con Christine Van Sluys, del proyecto de la Plaza Huerto San Agustín, creo que es necesario puntualizar que nuestro proyecto rescata la memoria urbana del lugar mediante el cuidadoso estudio de planos históricos del siglo XVIII, XIX y XX donde se evidencia cómo cambió, en cada siglo, la morfología de la manzana del convento de San Agustín y donde nuestro proyecto busca la recuperación de un vacío en la trama del siglo XVIII, donde existió antes un huerto privado, para convertirlo en un espacio público de calidad del siglo XXI. Es importante hacer estas puntualizaciones ya que no se deberían poner en el mismo saco intervenciones de orígenes y calidades tan distintas. Reiteramos nuestro apoyo al CAE de cualquier iniciativa para preservar nuestro patrimonio moderno. Un saludo.